(No puedo reabrir este espacio sin hacerle un pequeño homenaje a mi periodista favorita: Pepa Valenzuela.
En el verano necesitaba desconectarme de todo y de todos, ansiaba a
la Mané en versión unplugged, y para lograrlo, agarré un bus de la vida y
me largué a Valdivia. Antes de partir, compré el diario y me tropecé
con el suplemento de día martes. Leí la portada y sonreí. Me sumergí en
la columna elegida y no pude contener las lágrimas. Fue la mejor forma
de comenzar mi viaje personal).
Las lecciones del amor.
Por María Paz Cuevas (Pepa Valenzuela)
A mis 30 años he amado varias
veces. Y he amado de distintas maneras. Pero la verdad es que en la
mayoría de ellas he amado como protagonista de teleserie venezolana, con
pasión, intensidad, y sin paracaídas. He amado y he visto muchos
amores. Por eso, a pesar de que ahora estoy sola, sé algunas cosas
acerca del tema. Sé, por ejemplo, que el primer amor pega fuerte. Que
una nunca más vuelve a tener el alma tan limpia como en el debut. Que se
puede llorar meses. Que una piensa que va a morir, pero finalmente
descubre que de amor no se muere nadie.
Sé que la palabra amor se usa
mucho y se practica poco. Porque el amor no tiene nada que ver con el
conformismo, con el temor de quedarse sola, con poseer o mostrar a
alguien como un trofeo, con contraer compromisos porque así lo indica el
calendario, con las ganas de ser madre, con la inseguridad de validarse
frente al mundo con otro al lado, ni menos con la esperanza de que el
otro nos repare lo que sólo nosotros solitos podemos reparar.
Sé que a las mujeres, la
mayoría de las veces, nos aman mal y poco. Y sé que la mayoría de ellas
se dan cuenta de que no las aman como corresponde, pero se hacen las
lesas por motivos que van desde la seguridad económica hasta el pavor
sobredimensionado que existe a la soledad.
Sé
que la única razón por la que alguna vez he deseado ser hombre es para
dejar de amar hombres: pero mi experiencia me ha dicho que aman muy
torpemente.
Sé que muchos matrimonios son
sólo una mala fachada del amor. Y sé que casi siempre los hijos se
percatan de aquello. Sé que es mejor evitar las réplicas amorosas
después de una relación bonita: la réplica en mitad del despecho o
guiada por el miedo a quedarse debajo de la nave amorosa, es como hacer
pipí arriba de una tumba de mármol del bueno. Sé que en el mercado
amoroso, las mosquitas muertas y las mujeres gomero aún tienen un éxito
arrollador y que eso habla de un machismo aún muy poderoso. Y sé que a
mí también me han amado escasamente. Porque sé que el hombre que me fue
infiel no me estaba amando. Sé que el tipo que me levantó la mano nunca
me amó. Y sé que el hombre que monitoreaba el tamaño de mi panza, hacía
pataletas de horas por nada, se enojaba cuando me daba sueño, tampoco me
amaba. Y gracias a que lo supe a tiempo, me salvé. Porque de lo poco
que sé, es que el amor debe hacer bien. Y lo que no hace bien, no es
amor no más. Ni siquiera es una mala versión del amor: lo que hace daño
es eso. Daño disfrazado de cualquier otra excusa para expresarse. Sé del
amor que no se mantiene por arte de magia. Sé que el amor adulto se
trabaja porque cuando pasa el arrebato del enamoramiento todos debemos
poner lo mejor de lo nuestro para seguir con el otro por el mismo
camino. Sé que el amor es más voluntad y decisión que astros conjugados
en el cielo. E intuyo, porque de esto no tengo la evidencia empírica,
que el amor debiera ser sano. Algo que te potencie y te convierta en una
mejor persona. Por lo tanto, debiera ser sagrado. Y lo sagrado se debe
cuidar como una reliquia, a pesar de que haya mucha gente manoseándola
sin respeto alguno allá afuera. Por eso lo que mejor sé sobre el amor es
que aún no he encontrado el mío. Pero también sé que lo quiero en mi
vida. Porque creo que el amor indicado, el que está hecho a tu medida y
que sin dolores no habría podido encontrar, te hace una mejor persona.
Te entrega un lugar en el mundo y te hace más feliz: la felicidad no es
completa si no es compartida. Y yo siento que tengo mucho por compartir.
Porque a pesar de mis decepciones, aún tengo el corazón dispuesto y
esperanzado. Y así, a pura fe, también sé que voy a encontrar a mi amor.
Así como lo pienso. Ni más ni menos. Y aunque antes tenía planeado
soltarle un rosario cuando apareciera, por haberse demorado tanto, ahora
ya no pienso hacerle reproches. Porque ahora sé que antes no estuve
preparada. Que me faltaban lecciones por aprender. Por eso, cuando
llegue será el momento preciso. El momento en que yo pueda reconocerlo.
El momento en el que pueda darme el tiempo necesario para conocerlo
bien. El momento en el que pueda recibirlo, bien segura, así: como las
tontas, como protagonista de teleserie venezolana, con pasión,
intensidad, el corazón abierto de par en par y sin paracaídas.
MaJosé14 de abril de 2012 20:13
ResponderEliminarTanto que decir que no me sale ni una sola palabra..
Acertadísimo texto de tu columnista favorita.. para que decir que soy colega en su sentir.. si es obvio... y cualquier frase mía sonaría absurda al lado de tan completa y acabada síntesis del común tema que nos aflije.
Por eso sólo quiero acotar algo, que debiésemos hacer más seguido.
De Julieta Venegas...
"No voy a llorar y decir que no merezco esto, porque... es probable que lo merezco PERO NO LO QUIERO POR ESO ME VOY!"
Sermena... mejor aprenda esta frase.. "qué lástima, pero adiós!"
TKM!!
Responder
KM18 de abril de 2012 19:38
sep, dieron en el maldito clavo. de hecho, como siempre no más, la mané aparece con esa nota q me cae como anillo al dedo xD ajajaja... justo estaba pensando en eso, esas cosas q te hacen dudar, pero no falta la q sabe más y te aclara un poco la mente :P
ojalá fuera tan fácil eso de decir adiós. :/
Responder
María Mandinga27 de abril de 2012 21:59
oye oye qué película es esa?? y esa niñita es la drew barrymore??
Responder
Respuestas
Cabina telefónica29 de abril de 2012 13:30
Se llama "Little rascals" porfa VÉLA, en serio la amarás :) y ella no es la Drew, pero se parece cualquiera de cantidad :)
aaaaaaaaay qué emoción María Mandinga :)
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar