(25 de Noviembre de 2011)
Ayer
comí pan con palta, (las paltas estaban exquisitas, las fuimos a buscar a la
casa de mi amigo personal (menos mal que se le pasó el enojo conmigo, porque me
daba mucha pena que estuviéramos haciéndonos la ley del hielo tanto tiempo (yo
no sé a quién se le ocurrió esa estupidez de la ley del hielo, pero a veces
resulta, porque las personas (sólo a veces) aprenden a valorar más a aquel que
“pierden” por algún tiempo (es triste perder a alguien que uno quiere… y las
pérdidas pueden ser de diversas formas: a veces se pierde a alguien porque
partió a un lugar desconocido e incierto para todos… otras veces se pierde a
alguien que sigue vivito y coleando, pero lejos de nosotros… (esto a veces es
mucho peor, porque duele en el alma saber que perdiste a alguien por ciertos
errores cometidos: de parte tuya, de parte de aquella persona o de parte de ambos
(la mayoría de las veces la responsabilidad es compartida, porque a pesar de
que sea uno el que haga una falta, el otro también obró mal al permitirle esa
falta al primero, por lo que ambos pecaron (no olvidemos que existen muchas
formas de pecar: por pensamiento, palabra, obra y omisión (cuando era chica no
entendía qué era pecar por omisión… cuando logré comprenderlo me dio una pena
negra… cometer errores en la vida por no haber hecho algo que se debió hacer,
es muy triste (la tristeza es un sentimiento complicado que me produce
sensaciones encontradas: por un lado me apena (valga la redundancia) sentirme
así, pero por otro lado me agrada saber que sigo siendo un ser humano con
sentimientos (es importante (todavía) seguir sintiéndose humano, porque en la
época actual existen algunos que, prácticamente, se han robotizado con
tanta tecnología, y quieren estar en todas las redes sociales y
postear cosas a cada rato, y ya ni siquiera saben qué están viviendo EN
REALIDAD, porque se lo pasan la mayor parte del tiempo habitando el mundo
virtual (yo me alejé un poco, porque llegó un punto en que temí tener más horas
virtuales en mi vida, que horas reales (mi papá ayudó en esto, ya que una
vez estábamos con mis hermanos en el living (estamos rodeados de anglicismos)
de la casa, cada uno pegado a la pantallita del notebook (¿qué les dije de los
anglicismos?) respectivo, mientras mi querido Tito tomaba once en el comedor,
al lado nuestro. En un momento nos empezó a hablar, pero cada uno concentrado
en su inútil pantallita hizo caso omiso de sus palabras… sólo atiné cuando veo
que se para abruptamente de la mesa y dice un poco enojado (aunque enojado no
es la palabra más precisa… la verdad es que estaba apenado, y eso es mil veces
peor): “Para eso vienen a verlo a uno”, y se fue a su pieza. Eso fue para mí
como una cachetada de realidad… me vi a mi misma desde afuera y me dio
vergüenza ajena (no propia, porque estaba mirándome desde afuera… bueno, la
verdad es que vergüenza propia también me dio (obviamente)), y me dije: “¿qué
onda mi vida y mis prioridades?” Por supuesto que este computador es una
porquería frente a la posibilidad de conversar con mi adorado Tito (es que yo
amo a mi papá, creo que no tengo ningún problema en aceptar que el complejo de
Electra me sale por los poros… es que si supieran como es él, soy tan
afortunada de tenerlo conmigo desde mis primeros días (bueno, en verdad esto no
es tan cierto, porque mi papá no pudo estar conmigo el día en que nací, ya que
yo tenía un apuro inexplicable por pisar suelo terrestre, y no tengo idea el
motivo (seguramente nunca me llegó el papelito de Mafalda que decía: “Antes de
venir, PIÉNSELO”), y me adelanté dos meses CAREPALO (nada de cosas a medias
aquí, si uno se anda apurando, que sean dos meses altiro), y llegué a este
mundo un día miércoles 29 de marzo del año 1989… por supuesto que nadie me
esperaba para ese entonces, por lo que mi querido Tito no alcanzó a viajar a
tiempo desde su trabajo, así que no vio a su hija pequeña y frágil de apenas
1.200 gramos (era tan chica y flaca, que un tío muy querido de mi mamá (el tío
Hugo) de cariño me decía MEDIO KILO xD). Mis hermanos (agrandados como
yo) igual se adelantaron para la fecha, pero JUSTOMAGELA mi papá sí pudo estar
en esas ocasiones. Suerte la de ellos. Estuvo en todos los nacimientos, MENO
(en el de) ELLA. (Siempre le saco esto en cara a mi papá, en son de broma, pero
él se siente mal de verdad, así que en lo sucesivo dejaré de hacerlo). Mi mamá,
por su parte, sí pudo estar en los tres partos (xD), así que mil jumbitos para
ella por eso, y por ser una de las mamaes más presentes de la vida, en las
buenas y en las malas (siempre estaré agradecida de ella porque LA HIZO con
nosotros, ya que nos crió cuando pequeños de forma esmerada, y tuvimos la
suerte de tenerla al lado durante toda nuestra infancia (mi mamá, de hecho, fue
la que me enseñó a leer). Yo desde chica andaba con la inquietud de las letras
(mis tías siempre se acuerdan de que, con apenas 4 años, andaba con un bolso
gigante a la rastra, lleno de libros (Matilda-style), y no tenía idea qué
diablos decían, pero igual me instalaba, los abría y me ponía a leer (shia)
describiendo los dibujos que aparecían, e inventando historias. (Aún recuerdo
el primer libro que leí: “Camilón Comilón” de Alicia Machado. Anduve todo un
fin de semana tratando de juntar las letras que conocía con las que no entendía
para nada, y a la siga de mi mamá, tironeándole el chaleco, le preguntaba:
“Mami ¿y cuál es esta letra? ¿y cómo suena? (recuerdo perfecto que le pregunté
la letra “Q” porque justo iba en la parte en que Camilón va a visitar a la
gallina Quica para que le regalara huevos), y de puro cargante que soy logré
terminar el primer libro de mi vida)))))))))))))))) tomé té de Amaretto,
dormí siesta y fui feliz.
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