martes, 27 de agosto de 2013

Inefable


Recuerdo la última vez que te vi... salía del metro Baquedano, cerca del edificio de la Telefónica, y tú estabas sentado, con tu acordeón, descansando un poco. Recuerdo tu reacción al verme, y a pesar de que es una de las postales más felices que me quedan de tí, es inevitable la emoción...

...me viste,te sorprendiste, reíste y saltaste automáticamente del suelo para correr a recibirme y abrazarme, y todo eso fue al mismo tiempo. Me alegré mucho al verte, había pasado demasiado tiempo desde la última vez, y ese abrazo, esa sonrisa y esa ternura de siempre me confortaron.

Mané: ¿y cómo anda la cosa por acá?
Nico: bieeen (?), es que cuando se pone el señor del violín a la salida del metro me jode toda la onda.
xD

Hablamos un rato y luego yo me tenía que ir. Estaba metida en la tesis de literatura, y el tiempo escaseaba. Pero siempre tuve presente que no te quise dejar ahí. Me dieron ganas de quedarme conversando contigo, compartiendo tu ternura y esa capacidad que tenías de hacer sentir especial a aquel que estuviese a tu lado...

... no tenía idea que sería la última vez que te vería...

Tengo mucha pena, pero creo que no es justo sentir eso en este momento, porque tú eres y seguirás siendo alegría, dedicación, ternura, sencillez, y todas esas cosas lindas que te describen. 

Perdón por no poder expresarme bien... sólo pido que se quede conmigo para siempre tu alma de niño, tu capacidad de jugar y reír hasta en los momentos más inesperados. Nunca olvidaré la forma en que te relacionabas con tus hermanos chicos: todo era risas, juegos, chistes, travesuras, sin parar.
Cuando supe que serías papá, no dudé ni por un instante en que serías el mejor: sólo había que recordar la dedicación que tenías con tus hermanitos para que las cuentas hablaran solas. Y fuiste el mejor papá, en un camino corto pero imperecedero.

Cuando supe que te debatías entre la vida y la muerte sentí una tranquilidad angustiosa, pues pensé que era indudable que Dios te querría con Él. Era lógico, pero no creíble, no al recordar a tu pequeño Aucán. Yo no lo entiendo Nico, no sé cuál es la razón por la que tienes que dejarnos físicamente, pero supongo que en algún momento de mi vida lo comprenderé.

Me quedo con tu alegría en el alma, y espero no flaquear en los momentos de adversidad, así como tú, que luchaste siempre, incluso ahora en la última etapa de tu vida.

¿Por qué si tenemos la misma edad tomamos rumbos tan distintos? Espero que algún día me lo expliques en un sueño o a través de alguna señal terrenal.


Aún tengo los aritos que me hiciste, esos que me cambiaste por un agua mineral para seguir en tus andanzas locas de la vida.

Éxito en tu nuevo viaje, pequeño gran caminante, espero que algún día nos juntemos en el mismo lugar: es obvio que tú estás allá arriba... acá seguimos todos tan locos que no sé ya para dónde vamos...

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