jueves, 7 de marzo de 2013

Mi primer mini reportaje



9 de Agosto de 2011


      Auto quemado en la esquina de la casa.
 El señor dueño del auto. La reja de la capilla de la residencia.
 Un teclado olvidado en medio de los disturbios
 Caballitos inocentes
 Parece guerra civil...
 Un fotógrafo haciendo su pega.
     Pared de la resi. Escribieron eso porque vieron la imagen de la Virgen.
     Basurero quemado
    Dicen que siempre cuando hay desastres los escarabajos se salvan :)

          Anoche, mi celular se cayó, se golpeó y se partió en dos, diciéndome adiós a mí y a este mundo cruel. Y al parecer, fue lo más sensato que le pudo haber ocurrido, porque como están las cosas…Llamé a mi madre para informarle acerca del sensible fallecimiento de mi “GPS” (es EL modo que tiene ella de ubicarme y de estar en contacto conmigo), y aproveché de decirle que estaría llamándola de diversos monederos durante la semana, para ir informándole acerca de mi vida. MENOS MAL QUE LE AVISÉ ANTES DE TIEMPO, porque hoy en la mañana los alrededores de mi residencia aparecieron en todos los noticieros, y si mi mamá se hubiese encontrado con el buzón de voz de buenas a primeras, le hubiese dado un patatús.
Un auto quemado por aquí, millones de lacrimógenas por acá, la reja de la capilla de mi residencia FUERA DE SU LUGAR… los destrozos son terribles, pero ¿saben qué es lo que a mí más me impresiona? La violencia verbal. Con tanto desorden nadie hace hincapié en este ítem, pero de verdad que a mí ME DUELE escuchar malas palabras, me da miedo y pena, sobre todo porque sería tan fácil ocupar otras sílabas que no hicieran tanto daño. Sin ir más lejos, hoy estaba preparándome para salir de la casa, cuando escucho ruidos, alarmas, gritos y demases. Mi ventana da a la calle, estaba abierta de forma mínima, y de repente tuve que correr a cerrarla, pues el ambiente se empezó a inundar de gases lacrimógenos que me irritaban los ojos y la piel, y me hacían estornudar sin control (una sensación horrenda). En eso, se escucha el siguiente diálogo (que de más está decir se produjo a grito pelado):

Señora: “Pendejo culiao, anda a estudiar mejor, hueón vago”
Secundario: “Cállate vieja conchetumadre, pa que sepai tengo promedio 6,4”
Señora: “Ándate pendejo de mierda ¿qué dirían tus papás?”

(ahí quizás que pasó, porque no se volvió a escuchar la voz del estudiante, pero en cambio apareció una voz de señor, que fue lo más sensato que escuché en toda la mañana):

Señor sensato: “Así no pues hijo, si usted quiere que lo respeten, debe comenzar respetando”.



Cuando escuché todo esto me dio una cosa como náusea en la guata. Siento que la situación se le escapó de las manos a todos, el mundo anda paranoico y a la defensiva, las malas caras abundan, y parece que la gente amable que quedaba en esta ciudad se fue a esconder quizás dónde, asustada. No ocurre sólo en las marchas, sino que en el día a día.
Ayer venía desde la U en el metro (lleno, obviamente), y de repente, en Universidad de Chile, la gente se empieza a subir rápido, y una mujer pava y lenta se quedó parada en la puerta, como si fuera la última que se quiere subir (es la actitud que MÁS me molesta en los usuarios del metro, no piensan en el que viene atrás, que también quiere llegar temprano a su casa, no, se contentan con subir ellos y se quedan en la entrada del vagón provocando atochamientos innecesarios). Resulta que el señor que venía detrás de ella no alcanzó a subirse bien, y la puerta lo apretó. Los señores que estaban más cerca pudieron ayudarlo, y cuando logró entrar ocurrió este diálogo:

Señor 1: "¿pero por qué no subió más rápido caballero?"
Señor apretado: "Porque la mujercita esta no me dejó avanzar."
(Mujercita esta se voltea indignada y grita, asustándonos a todos)
Mujercita esta: "¿Y TÚ CREI QUE TENGO OJOS EN LA ESPALDA, IMBÉCIL?"
Señor apretado: "¿A QUIÉN VENÍ A TRATAR DE IMBÉCIL, HUEONA?"
Señor 2: "OYE, ASÍ NO SE LE HABLA A UNA MUJER…"
Señor apretado: "¿Y QUÉ HUEÁ, ACASO TENÍ ALGÚN PROBLEMA?"

Fue horrible, yo ya veía que se agarraban a combos, y lo peor es que me tenía que bajar en la estación siguiente, y pasar por el lado de todos los señores alterados. Me dí cuenta que cuando escucho esas palabras tan fuertes me baja el miedo, y la pena, en serio no entiendo cómo las personas pueden llegar a tratarse así. Más encima la injusticia es constante, porque en este caso TODOS se fueron en contra del caballero apretado, y en realidad la que empezó fue la mujercita esta. Si no vió al señor no hay nada qué hacer, pero eso tampoco le da el derecho a tratarlo de imbécil. El tampoco usó las mejores palabras, pero se sintió atacado, no se calmó y ahí quedó la escoba. Por mi parte, no me quedó otra que pedir permiso con la cara más amable que pude, y salir disparada de ese vagón.

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