jueves, 7 de marzo de 2013

¿Un? paréntesis a la hora del té (con pan con palta)



(25 de Noviembre de 2011)


Ayer comí pan con palta, (las paltas estaban exquisitas, las fuimos a buscar a la casa de mi amigo personal (menos mal que se le pasó el enojo conmigo, porque me daba mucha pena que estuviéramos haciéndonos la ley del hielo tanto tiempo (yo no sé a quién se le ocurrió esa estupidez de la ley del hielo, pero a veces resulta, porque las personas (sólo a veces) aprenden a valorar más a aquel que “pierden” por algún tiempo (es triste perder a alguien que uno quiere… y las pérdidas pueden ser de diversas formas: a veces se pierde a alguien porque partió a un lugar desconocido e incierto para todos… otras veces se pierde a alguien que sigue vivito y coleando, pero lejos de nosotros… (esto a veces es mucho peor, porque duele en el alma saber que perdiste a alguien por ciertos errores cometidos: de parte tuya, de parte de aquella persona o de parte de ambos (la mayoría de las veces la responsabilidad es compartida, porque a pesar de que sea uno el que haga una falta, el otro también obró mal al permitirle esa falta al primero, por lo que ambos pecaron (no olvidemos que existen muchas formas de pecar: por pensamiento, palabra, obra y omisión (cuando era chica no entendía qué era pecar por omisión… cuando logré comprenderlo me dio una pena negra… cometer errores en la vida por no haber hecho algo que se debió hacer, es muy triste (la tristeza es un sentimiento complicado que me produce sensaciones encontradas: por un lado me apena (valga la redundancia) sentirme así, pero por otro lado me agrada saber que sigo siendo un ser humano con sentimientos (es importante (todavía) seguir sintiéndose humano, porque en la época actual existen algunos que, prácticamente, se han robotizado con   tanta tecnología, y quieren estar en todas las redes sociales y postear cosas a cada rato, y ya ni siquiera saben qué están viviendo EN REALIDAD, porque se lo pasan la mayor parte del tiempo habitando el mundo virtual (yo me alejé un poco, porque llegó un punto en que temí tener más horas virtuales en mi vida, que horas reales (mi papá ayudó  en esto, ya que una vez estábamos con mis hermanos en el living (estamos rodeados de anglicismos) de la casa, cada uno pegado a la pantallita del notebook (¿qué les dije de los anglicismos?) respectivo, mientras mi querido Tito tomaba once en el comedor, al lado nuestro. En un momento nos empezó a hablar, pero cada uno concentrado en su inútil pantallita hizo caso omiso de sus palabras… sólo atiné cuando veo que se para abruptamente de la mesa y dice un poco enojado (aunque enojado no es la palabra más precisa… la verdad es que estaba apenado, y eso es mil veces peor): “Para eso vienen a verlo a uno”, y se fue a su pieza. Eso fue para mí como una cachetada de realidad… me vi a mi misma desde afuera y me dio vergüenza ajena (no propia, porque estaba mirándome desde afuera… bueno, la verdad es que vergüenza propia también me dio (obviamente)), y me dije: “¿qué onda mi vida y mis prioridades?”  Por supuesto que este computador es una porquería frente a la posibilidad de conversar con mi adorado Tito (es que yo amo a mi papá, creo que no tengo ningún problema en aceptar que el complejo de Electra me sale por los poros… es que si supieran como es él, soy tan afortunada de tenerlo conmigo desde mis primeros días (bueno, en verdad esto no es tan cierto, porque mi papá no pudo estar conmigo el día en que nací, ya que yo tenía un apuro inexplicable por pisar suelo terrestre, y no tengo idea el motivo (seguramente nunca me llegó el papelito de Mafalda que decía: “Antes de venir, PIÉNSELO”), y me adelanté dos meses CAREPALO (nada de cosas a medias aquí, si uno se anda apurando, que sean dos meses altiro), y llegué a este mundo un día miércoles 29 de marzo del año 1989… por supuesto que nadie me esperaba para ese entonces, por lo que mi querido Tito no alcanzó a viajar a tiempo desde su trabajo, así que no vio a su hija pequeña y frágil de apenas 1.200 gramos (era tan chica y flaca, que un tío muy querido de mi mamá (el tío Hugo) de cariño me decía MEDIO KILO  xD). Mis hermanos (agrandados como yo) igual se adelantaron para la fecha, pero JUSTOMAGELA mi papá sí pudo estar en esas ocasiones. Suerte la de ellos. Estuvo en todos los nacimientos, MENO (en el de) ELLA. (Siempre le saco esto en cara a mi papá, en son de broma, pero él se siente mal de verdad, así que en lo sucesivo dejaré de hacerlo). Mi mamá, por su parte, sí pudo estar en los tres partos (xD), así que mil jumbitos para ella por eso, y por ser una de las mamaes más presentes de la vida, en las buenas y en las malas (siempre estaré agradecida de ella porque LA HIZO con nosotros, ya que nos crió cuando pequeños de forma esmerada, y tuvimos la suerte de tenerla al lado durante toda nuestra infancia (mi mamá, de hecho, fue la que me enseñó a leer). Yo desde chica andaba con la inquietud de las letras (mis tías siempre se acuerdan de que, con apenas 4 años, andaba con un bolso gigante a la rastra, lleno de libros (Matilda-style), y no tenía idea qué diablos decían, pero igual me instalaba, los abría y me ponía a leer (shia) describiendo los dibujos que aparecían, e inventando historias. (Aún recuerdo el primer libro que leí: “Camilón Comilón” de Alicia Machado. Anduve todo un fin de semana tratando de juntar las letras que conocía con las que no entendía para nada, y a la siga de mi mamá, tironeándole el chaleco, le preguntaba: “Mami ¿y cuál es esta letra? ¿y cómo suena? (recuerdo perfecto que le pregunté la letra “Q” porque justo iba en la parte en que Camilón va a visitar a la gallina Quica para que le regalara huevos), y de puro cargante que soy logré terminar el primer libro de mi vida))))))))))))))))  tomé té de Amaretto, dormí siesta y fui feliz.

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