domingo, 14 de abril de 2013

En algún lugar del mundo será domingo... precisamente acá.

     Mi mamá, mis hermanos y mis perros hicieron que el domingo fuera casi perfecto, sólo faltó Tito. La otra cuota de imperfección se la llevó la corrección de pruebas y trabajos, porque yo insisto en que el domingo debe ser conversado, jugueteado y reposado, con la mantita tirada en el pasto, aprovechando los últimos rayos de sol que se cuelan con esfuerzo entre medio del frío-frío de Colbún: son increíbles las bajas temperaturas que puede alcanzar esta pequeña parte del planeta.

     Hasta después del almuerzo duró la perfección, cuando mis hermanos regresaron a sus respectivas ciudades de días hábiles (Talca y Chillán), mi mamá partió al trabajo, y yo me quedé en compañía de los caninos... no es que desmerezca su compañía (al contrario), pero igual se siente un vacío irremediable (ahora entiendo a mi mamá, cuando los días domingo partíamos TODOS, sin excepción), una angustia rara que no se despega del alma

     Lo único que queda por hacer es aprender a aceptar la imperfección del día domingo y, por supuesto, trabajar más (¡¿MÁS?!) eficientemente durante la semana, para que la siesta dominguera me recargue de energías llegado el día lunes.

2 comentarios:

  1. Amiga así es la life, acostumbrate y ánimo en tu semana
    Te quiero


    pd: tendré que actualizar mi blog ups!

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    1. Gracias amiga por las buenas vibras! aún me cuesta, pero hay que apechugar no más.
      Besos y actualízate po!

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