domingo, 7 de abril de 2013

La vida, a ratos, fugaz (24/11/10)


      Cuando tenía 10 años supe, de golpe, que no sólo se morían las personas de cabello muy blanco, espalda encorvada y arrugas faciales varias que, además, habían tenido la oportunidad de reír, llorar y amar a diestra y siniestra. Supe que también se morían las niñas de piel tersa, pelo liso y color azabache, de espalda recta y escasos 14 años: no importaba que fueran hijas únicas, que sus madres se quedaran sumergidas en una tristeza infinita o que sus amigos lloraran hasta quedarse sin lágrimas. Se iban así, sin mayores explicaciones. Así mismo partió Giselle, compañera de curso de mi hermano mayor: le diagnosticaron leucemia y no pasó de los cuatro meses desde que lo supo. Lo recuerdo perfectamente: yo estaba en clases, un día normal de quinto básico, cuando repentinamente nos van a buscar para ir a misa, cosa nada de particular en un colegio católico. Salgo de la sala y empiezo a escuchar los temibles rumores: “Imposible” pensé, pero cuando miré hacia el balcón de los primeros medios la irremediable verdad me llegó como balde de agua fría: sus compañeros estaban sumergidos en un mar de lágrimas infinitas. Me paralicé por completo, no entendía nada, creo que todavía no lo entiendo. Mi papá se encargó de transmitirme la única certeza posible: "sólo sabemos que vamos a morir, pero no sabemos cuándo".

      Las certezas son tan pocas y tan efímeras, que apenas las conoces tratas de aferrarlas con fuerza para que no se vayan más. Ojalá bastara con eso, pero en este mundo en que todos corremos (sin siquiera saber muy bien por qué),sin detenernos a pensar en lo importante, dejándonos llevar por las superficialidades, pensando en nosotros mismos y en nadie más, una certeza pasa al olvido. Sólo viene a aparecer en contadas ocasiones: cuando vemos películas del tipo “La decisión más difícil” y lloramos y pataleamos y prometemos que aprovecharemos al máximo lo que tenemos y blá…y, al rato, todo se va al carajo… hasta que tropezamos con otra película como “My life without me” y nos estremecemos hasta los huesos pensando que a cualquiera le pueden diagnosticar un cáncer fulminante,y decirle que le quedan sólo meses de vida. En esta película, la protagonista sabe que se va a morir, y no le dice a nadie, simplemente se va a pasear a un centro comercial y piensa: “Ves todas las cosas que no puedes comprar. Y que ahora ni siquiera quieres comprar”. Frente a la posibilidad de que la vida se te escape, claramente las prioridades cambian. Pero como creemos que tenemos un largo camino por delante, avanzamos de lo más campantes, sin fijarnos mucho. Tampoco se trata de andar paranoicos por la vida, pero resulta que el relajo me dura hasta que recuerdo la voz de la Julieta Venegas¿quién nos dice que la vida nos dará el tiempo necesario? Y me respondo: Absolutamente nadie.
      Es lamentable que sólo me acuerde de la gran certeza de mi vida cuando tropiezo con películas o canciones, pero es más terrible aún, cuando lo que me hace reaccionar es la realidad misma, como sucedió hoy. Desperté y prendí la radio, como todas las mañanas, sin embargo, en vez de música, escucho noticias: un accidente camino a San Antonio dejó sin vida a cerca de 20 personas. No lo puedo creer: la certeza de mi vida aparece de sopetón en mi conciencia.

Pienso en Johansen:
“If you want to give a kiss, just give a kiss, if you want to fall in love, just fall in love, if you want to never know, just never know. But do it now, timing is the answer to success”.(
Si quieres dar un beso, sólo da un beso, si quieres enamorarte, sólo enamórate, si no quieres saber nunca, sólo no sepas nunca. Pero hazlo ahora, el tiempo es la respuesta para el éxito.)
No concuerdo del todo con la letra, sólo al comienzo, pues creo que, a veces, el tiempo no es la respuesta para todo… dejar que pase y esperar hasta el infinito puede ser el error más garrafal.
¿Por qué?
Porque, a veces, es mejor armarse de coraje y escuchar la voz interna para tomar decisiones inmediatas y no quedar esperando un no sé qué.
Porque, lamentablemente, en algunas ocasiones el tiempo simplemente se queda mudo. Y ahí te quiero ver.
Porque, independiente de si existe o no el destino, hay una infinita cantidad de cosas que están exclusivamente en nuestras manos, y debemos ser capaces de hacer algo al respecto.
Finalmente:
*Me carga Visa, porque es imagen fiel del consumismo, pero no puedo dejar de reconocer que, en algo, tiene toda la razón del mundo: LA VIDA ES AHORA.




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