“Tocaba el piano. Siempre sentado un poco
fuera del taburete, y con dos manos que eran mariposas. Ligerísimas. Había
empezado en los burdeles de Nueva Orleáns, y allí había aprendido a rozar las
teclas y a acariciar notas: en el piso de arriba hacían el amor y no querían
jaleo. Querían una música que se deslizara por detrás de las cortinas y por
debajo de las camas sin molestar. Él tocaba esa clase de música. Y en eso,
verdaderamente, era el mejor”.
De todo un poco... pensamientos que van y vienen, y que necesitan posarse en algún lugar del ciberespacio (aquí).
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Sueños de libertad.
"Lo gracioso es que estando afuera de prisión era un hombre honrado, recto como una flecha. Tuve que entrar en prisión para convertir...
No hay comentarios:
Publicar un comentario